7.24.2009

La Sabiduría de DARUMA

Matt Torresolis

Hay un juguete para niños que encierra una lección de liderazgo. Se trata de la figura inflable de un muñeco en cuya base se encuentra un plomo pesado; por más puñetazos que le den los niños, el juguete siempre regresará a su posición vertical. Es el mismo principio de los muñecos Daruma japoneses: no importa cuántos malos vientos lo azoten, muevan o bamboleen Daruma siempre recobra su equilibrio. Nunca pierde su centro original. Si el peso estuviera puesto en la cabeza o en la mitad del muñeco, bastaría un empujoncito para hacerlo rodar por el suelo.

El truco está en su panza. ¿Qué tiene que ver Daruma con el liderazgo en nuestra vida? Bueno, que si es correcta la evidencia neurocientífica del Dr. Robert K. Cooper, quien “descubrió” que los seres humanos poseemos tres cerebros respectivamente ubicados en la cabeza, el corazón y los intestinos, resultaría una cuantiosa pérdida de energía creativa el que una persona funcionara solamente con uno de ellos. De hecho el Dr. Cooper afirma que usar la cabeza sólo contribuye con el 4% del éxito diario y que el restante 96% estaría dado en cantidades variables por el uso de las inteligencias del corazón y de los intestinos.

Por más que el tema pueda sonar raro, no deja de ser valioso el reflexionar sobre la extrema importancia que culturalmente damos a la racionalidad de la cabeza, en demérito de las emociones del corazón o de las potencias intuicionales y creativas de los intestinos (el Hara de la cultura nipona).

Dado que la Inteligencia Emocional impulsada por Daniel Goleman es ya un reconocido y brillante tema de moda, me parece que es hora de prestar atención un poquito más abajo, a los humildes intestinos que - según los hallazgos científicos -, alojan a más de cien millones de células neuronales.
Lo práctico del ejercicio reflexivo, es darse cuenta que fuimos condicionados a confiar únicamente en los poderes de la racionalidad; pero que, por más estrategias sagaces que usemos para lidiar con el caos de la actualidad y anticipar el futuro, la memoria de lo aprendido nunca será bastante para tratar con el momento cambiante.
Tampoco sirve analizarlo con mapas de carreteras intelectuales para un terreno real e inexplorado. Porque lo nuevo y fluyente no se trata con lo sabido y rígido. Demasiado peso en la cabeza nos hace perder el equilibrio.

Por otra parte, si bien es cierto que algunos líderes y, en general, muchas personas buscan aumentar el poder de su Inteligencia Emocional, conectar con sus emociones y con las de su equipo de trabajo, familia o comunidad a fin de motivar transformaciones, empatía y apertura, el enfoque en la inteligencia del corazón, por sí solo, tampoco parece ser la piedra de toque fundamental en cuanto a la tarea principal de los líderes de la nueva economía o simplemente de las personas que buscan ampliar su conciencia, a saber: reinventar el presente y crear futuro.
Para llevar a cabo tamaña hazaña, el ser humano necesita algo más que racionalidad y motivación. Necesita pasión creativa.

El nuevo ser humano necesita anclarse a una base inconmovible para encarnar la pasión por la innovación; resistir los malos vientos y despertar la convicción en su poder personal para hacer de su sueño una realidad tangible; necesita una fuerza mayor que lo conecte con las raíces de su propia vida y no sólo con los beneficios esperados; se trata de un compromiso vital con lo que en realidad quiere hacer no con lo que es seguro o “correcto” hacer.
Si el plomo de la pasión te ayuda a permanecer centrado en el oro de tu anhelo, ningún contratiempo te hará caer.

Ésa es la fuerza del centro de poder e inteligencia creativa situado en los intestinos: ¡Hara!. La sensibilidad del Hara para ver detrás de lo que no es evidente y hacerlo real, es lo que yo reconozco por sabiduría. Luego de tanta tensión mental y tanta preocupación por la salud emocional, resulta indispensable aprender a zambullirnos en el gran océano de energía vital que existe en la región del Hara.
De esa energía surge toda la creatividad del ser humano. En realidad, ningún músculo se mueve, ni un solo pensamiento surge, sentimiento brota o palabra se expresa sin el concurso de esa humilde región de nuestro cuerpo.
Cómprese un muñeco Daruma; péguele con todos los “no se puede” de su cabeza y los “no debería” de su corazón; luego asiéntese y escuche: detrás del silencio quizá logre escuchar su propia voz, la centrada voz de su líder interno que le dice: ¿qué harías si supieras que no puedes fallar?

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