4.24.2007

Filosofía de Jabón


Matt Torresolis


Limpiar ventanas es un arte. Ninguna mancha debe empañar la magia de hacer entrar lo de afuera como si no existiera nada entre el que mira y lo que es visto. Limpiar ventanas implica talento, técnica y valor, porque es una disciplina que requiere atención a los detalles, conocimiento de los elementos de limpieza y los hígados para suspender la vida en el vacío confiando en los arneses y amarres.

Cuando las ventanas parecen hechas de aire, lo interno se difumina con lo externo; queda sólo la experiencia de ver sin que la percepción sufra difracciones. Limpiar ventanas, es una actividad muy recomendable para los empresarios. Si se ejecuta bien esta disciplina la visión se afina y se puede mirar lo que ocurre dentro de la empresa tanto como lo que discurre fuera; además se adquiere la imaginación para ponerse en la perspectiva del cliente que suele no ver lo que se le quiere mostrar sino las manchas delatoras que distraen las buenas intenciones.

Al menos eso es lo que yo aprendí de Juanito, un maestro en el arte de limpiar vidrios. – “¿sabe? – me dijo con una sonrisa de 100 watts -, Usted debe escribir esto como una metáfora para sus lectores; hasta podría publicarla en el Harvard Business Review, porque a lo largo de mis cincuenta años de lavar ventanas en edificios de oficinas, me consta que la gente de las empresas no ven pa’fuera a menos que esté lloviendo y tampoco les importa lo que sus clientes vean pa’dentro. O sea – concluyó con acento socrático -, si los clientes se asoman y ven que el vidrio está mugroso, nomás se fijan en la suciedad y se dicen ‘Ah, qué empresa tan furris’; pero, si está limpio, entonces se alertan de la forma en que trabaja la empresa; para bien o para mal; ¿a poco no?”

Yo asentí, ensimismado en seguir la caligrafía jabonosa sobre el cristal que Juanito, con pulso certero, trazaba y borraba para conjurar la mugre. Pegunté al Artista: “¿qué necesitan hacer los empresarios para ver con nitidez lo que pasa dentro de su empresa y lo que sus clientes perciben de ella? “- Mire - me dijo dejando en vilo una montaña de jabón -, si las ventanas están relucientes, uno ve lo que pasa afuera y al mismo tiempo ve lo que pasa adentro porque lo de adentro se refleja en los cristales y es como si la operación interna se superpusiera a los movimientos de afuera. Se necesitan ventanas impecables.”

Su respuesta me tomó por sorpresa: filosofía de jabón para desmanchar mis neuronas.

- “Digo lo que he visto – prosiguió -, y he visto empresarios que tienen una mirada estereográfica para ver de bulto la actuación de su empresa sobrepuesta a las reacciones del mercado. Y he visto otros que nomás ven reflejado su propio ego con corbata de seda; también he visto ejecutivos hábiles para ver desde afuera con ojos de cliente y descubrir al detalle las fallas de su negocio; y empresarios que únicamente sueñan viendo hacia lo lejos y se les olvida que es con lo cercano con lo que se alcanza la meta... he visto mucho.”

- “Me parece, Juanito, que los atributos de su arte: talento, técnica y valor son factores decisivos para los empresarios.” - “ No se engañe jefe, todas las personas tienen talento, saben cosas y son valerosas; pero lo que les falla es la disciplina para hacer que todo ensamble en una percepción adecuada.”

El Maestro jaló la cuerda; su andamio se elevó al piso 24. Yo me quedé mirando la pantalla de mi computadora reflejada en la transparencia de la ventana. Me siento a teclear.

4.17.2007

Cuidado Con Tus Memes

Matt Torresolis

Los Memes no son una nueva mara; tampoco son un grupo de hip-hop. Richard Dawkins denominó Memes a las unidades de información que se auto duplican y transmiten por imitación social luchando entre sí por espacio en esa virginal masa gris de kilo y medio que llevamos en equilibrio sobre el cuello. Lo que los Genes son a nuestra biología, los Memes son a nuestra cultura. Son huéspedes neuronales que saltan de cerebro en cerebro y predisponen a las personas y a sus organizaciones, a pensar y actuar en automático. ¡Imitáos los unos a los otros!

La vista y el oído son eficientes tragones de Memes. Las palabras son virus pegajosos. Las lees en una revista y al rato “siempre” fueron tuyas; las pescas en un café y luego las estornudas en la próxima fiesta; de pronto te descubres diciéndole a tu hijo las mismas bobadas con las que te infectó tu papá; repites los dogmas de una iglesia, escuela, ideología o moda como si fueran tu propia naturaleza; tu cabeza es el eco de los medios masivos; cantas entre dientes los boleros de Luis Miguel; y machacas las tablas sociales de multiplicar: “este mercado es de precios”, “ya no hay valores”, “estábamos mejor cuando estábamos peor”.


La bronca es que los seres humanos hacemos nuestra realidad con base en nuestro lenguaje.

En el campo empresarial existe un Meme que conspira contra la capacidad de las empresas para diferenciarse de las demás. Me refiero a un pésimo hábito tecnológico, en el sentido original de la palabra tecnología: Saber Cómo. Por ejemplo, cuando una empresa pretende saber cómo resolver su muy particular problema de negocio apelando a las “mejores prácticas” que otras empresas han usado antes para ser más competitivas, lo que realmente está haciendo es ceder el soberano poder de sus neuronas internas en favor de prestigiosas soluciones enlatadas. ¡Puros Memes destilados de vacas sagradas! Quizá por eso la mayoría de las empresas parecen clones. Liderazgo por imitación memética.

Si es con las palabras como todos creamos nuestra realidad, ¿qué realidad diferente surge de una declaración de Misión empresarial, Visión de negocio y Valores operativos sospechosamente similares a las de otras empresas?; ¿qué realidad diferente convocamos cuando nuestra prédica de ventas es idéntica a la de nuestra competencia? Lo único que ha logrado el chisme ese de las mejores prácticas y otros cuentos de hazloquetedecimosqueotroshacenparaquetriunfessobretucompetencia es entronizar en las empresas a seguidores mediocres que no tienen ni el talento para inventar su propia realidad de negocio ni la suficiente confianza para dirigir la empresa por sus irrepetibles caminos.

Depender de la cabeza de otros, es renunciar a la propia inteligencia. Dar autoridad a otros, es subordinarse a ellos. Urge una tecnología para saber cómo rescatar el espíritu empresarial y redescubrir la inteligencia de la iniciativa individual.

Una cultura que repite Memes sin cuestionarlos, es un sindicato de mimos gesticulando en el salón de los espejos del circo. Cuidado con tus Memes...