9.29.2008

El Poder de la Influencia Sutil

Matt Torresolis


Uno de los más importantes conceptos de la Teoría del Caos radica en la noción de que pequeñas influencias pueden provocar enormes efectos. Este modelo de pensamiento modifica de abajo para arriba la manera en que los seres humanos interactuamos con nuestra realidad porque nos deja ver el gran poder transformador de las influencias sutiles y nos restriega en las narices la responsabilidad que implica cada una de nuestras acciones, aún las nimias.

Lo que se conoce como el fenómeno de la “mariposa de Pekín”, evoca una imagen significativa para quienes tratan de penetrar el fenómeno del caos en busca de explicación al diseño oculto conforme al cual fluye la realidad: el tenue revolotear de una mariposa en un jardín de Pekín, a la vuelta de algunas semanas, desamarra un vendaval en las selvas de Brasil. Para los meteorólogos esta metáfora es literalmente cierta según comprueban sus estudios de simulación de fenómenos atmosféricos. Iteraciones de ecuaciones no lineales procesadas en una supercomputadora, muestran que la acumulación o repetición de pequeñas influencias son rizos que realimentan su crecimiento, generando grandes e imprevisibles cambios en los modelos climáticos computarizados. ¡Justo como ocurre en el clima de la vida real!. Este descubrimiento pronto abandonó los establos de los matemáticos, meteorólogos y físicos, para venir a pastar en los terrenos llanos de las ciencias sociales forzándonos a ver de una manera inédita el comportamiento de los grupos, el rocanrolear de la economía y la manera en que opera la cultura organizacional de las empresas... La nueva vaca sagrada del conocimiento científico se llama Caos.

Los científicos del caos dicen que es un prejuicio cultural nuestra creencia de que sólo una gran fuerza concentrada es capaz de eruptar revoluciones y cambios radicales; la realidad es que también la suma de muchos actos pequeños, incluso desconectados en el tiempo y el espacio, poseen la capacidad de ensamblarse sin orden aparente y, de pronto, impulsar cambios de fondo, transmutaciones coherentes e insospechados saltos cuánticos que contradicen la lógica y hacen chuza en el modelo piramidal de los negocios, dejándonos entrever los giros impredecibles de la realidad que construimos entre todos, poderosos o no. Lo pequeño pues, es la base de lo grande. Cada gota de agua cuenta para hacer un río.
La corriente de un río suele formar vórtices y a veces ocurre que esos remolinos suman sus influencias y modifican la dirección, afluencia y potencia del río. Por lo tanto conviene reflexionar sobre nuestro papel personal como vórtices de la corriente de nuestra realidad. Así como los remolinos del río son agua, así nosotros somos remolinos de nuestra energía cultural. Cultura que todos creamos, ya sea activa o pasivamente. Para bien o para mal.

Por ejemplo, la cultura laboral de una empresa no es exactamente la expresión de la Visión y Misión y Políticas y Etcéteras corporativos, sino además y ante todo, la suma total de las acciones, omisiones, pensamientos, palabras, relaciones, compromisos e influencias cotidianas de los colaboradores repetidas a lo largo del tiempo, tanto al interior como al exterior de la organización. Esto es algo que nadie dirige o controla al cien por ciento, ni siquiera quienes detentan formalmente el Poder. Pero eso no significa que la cultura sea anárquica; posee un orden implícito que, aún cuando no puede ser manipulado, sí puede ser influido sutilmente. Tal es la virtud del caos.

Es frecuente que algún individuo aislado haga algo o diga algo significativo y potencialmente transformador; es posible que su actuación llegue a sincronizarse con la intención o pensamiento de otras personas, las cuales a su vez platiquen esto con otras influyendo sutilmente en la estructura de la cultura y al paso del tiempo, más personas suscriban la idea, modifiquen sus opiniones y empiecen a actuar en consecuencia haciendo eclosionar la semilla del cambio.

Detrás de este mundo en apariencia organizado subyace el caos como elemento trasgresor de la inmovilidad. El caos es la fuerza sutil con la que pequeñas brisas se convierten en huracanes. Nadie debería menospreciar la fuerza de sus propias palabras, ideas o acciones sólo porque ocupe un lugar bajo en la cadena alimenticia de su empresa. Toda influencia, por pequeña que sea, es trascendente. Ningún líder debería desestimar los débiles aleteos de una mariposa. Después de todo, una larga caminata comienza con un primer paso...